viernes, 5 de marzo de 2021

AVANZANDO HACIA EL CAMBIO

 Tomando consciencia de cómo nos hablamos


En muchas ocasiones, lo que pensamos interiormente, no llegamos a verbalizarlo, pero igualmente lo representamos con palabras. 

Comenzamos el día comunicándonos con nosotros mismos.  Por la mañana al sonar el despertador, ¿qué es lo primero que te dices, qué palabra usas? y ¿te has fijado en cómo te lo dices y el tono de voz?. Aunque no verbalicemos las palabras, en nuestra mente resuenan como si las escucháramos.

Dependiendo de cómo nos comunicamos, podemos empezar el día con mucha energía y ganas de disfrutar el día o, por el contrario, vivir el día como un día más donde mi objetivo es cumplir con las obligaciones que tengo que realizar. 

Ayer hablábamos de la palabra "debería" y como por el simple hecho de cambiarla, nos permite ampliar la manera de ver las situaciones y aliviar las cargas. Hoy vamos a analizar otra de las palabras que usamos con mucha frecuencia, y que también puede limitarnos e incluso hacer que no disfrutemos como nos gustaría, me refiero a la palabra "tengo que".

El uso de esta palabra en nuestro lenguaje es muy común. Cada vez que decimos "tengo que..." nos estamos autoimponiendo una carga de obligación, nos negamos el poder elegir entre otras opciones porque no existe posibilidad de cambiarlo. Además, de manera muy inconsciente, estamos manifestando las creencias limitantes que dirigen nuestra vida.

Estas creencias forman, a su vez, un sistema de creencias que se han ido estableciendo desde nuestra niñez, y que dependen directamente de nuestra educación, de nuestro entorno, de la sociedad en la que vivimos y de la programación que hemos recibido a lo largo de nuestra vida.

Esta manera de condicionarnos hace que llevemos una carga que en realidad solo existe en nuestra mente y que deriva en nuestra manera de ver la realidad. Pongamos un ejemplo:
«Tengo que levantarme», dicho así lo tomamos como una obligación, no me queda otra opción, y, por tanto, nos negamos la libertad de elección, y esto limita nuestra felicidad. Si nos paramos a pensarlo, seguramente estás decidiendo levantarte porque sientes la necesidad de ir al baño o porque te apetece desayunar o por cualquier otra opción.

Podemos ir modificando estas creencias dependiendo cómo nos planteamos las situaciones. Cierto es que el primer paso es tomar consciencia de cómo nos hablamos.

Otro ejemplo muy revelador sería el siguiente:
«Tengo que ir a trabajar»: de esta manera el mensaje es que no me queda otra opción que ir a trabajar, me guste o no mi ocupación, porque es mi responsabilidad. Pero, en realidad, ¿de dónde me viene esta creencia?.

Si nos preguntamos ¿por qué?, las respuestas son evidentes: «Porque necesito el dinero para pagar», «Porque es preciso trabajar para vivir», «Para mantener a mi familia», etc. 
Vamos encontrando un entramado de creencias que sustentan nuestra forma de pensar. Otra forma de desafiar esta creencia sería preguntando y si no lo hicieras, ¿qué pasaría?Aquí las respuestas suelen ser más viscerales: «Pues que podría quedarme en la calle, o perder....»,  nos vamos acercando a las creencias más profundas.

La verdad es que son respuestas muy válidas. Pero, ¿qué pasaría si empezamos a cambiar el enfoque? 

Se trata de cambiar cómo lo planteamos, si tomamos otro punto de vista sería: «Para mantener a mi familia y conseguir dinero para vivir cómodamente, yo decido ir a trabajar», en este caso lo vemos como una opción que estamos eligiendo y, por tanto, es una decisión que tomamos.  

Como consecuencia de este cambio podríamos afirmar:
«Decido ir a trabajar», de esta manera nos recordamos que es una elección que hemos hecho dentro de nuestro sistema de creencias. Empezamos a aligerar la carga que supone afirmarlo de la manera inicial.

Este cambio puede resultar muy liberador, así que te invito a cuestionar los "tengo que..." para ir conociendo más nuestras creencias y si te apetece ir cambiándolo  por "decido..." y comenzarás a experimentar un alivio liberador.

Tu eres el que decide cómo quieres vivir y el momento es ahora.
💜

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